Se trata de Ema Carolina Gnass, ex docente e integrante del Equipo Misiones de Pastoral Indígena (EMiPA), quien en el mes de junio comenzará a cursar en forma virtual – por primera vez- una diplomatura en Teología y Misionología de carácter intercontinental para profundizar más acerca de los Pueblos Indígenas, fortalecer y acompañar su transformación desde el conocimiento y la formación constante.

En mayo concretó la firma de un convenio de colaboración entre la Universidad Intercontinental (UIC), de México, y el Centro Nacional de Ayuda a las Misiones Indígenas (CENAMI), asociación civil integrante de la Articulación Ecuménica Latinoamericana de Pastoral Indígena (AELAPI), con la finalidad de que la UIC avale académicamente los estudios del Diplomado en Teología y Misionología, cuyo objetivo es formar a los agentes de pastoral indígena en una cobertura latinoamericana, informaron desde el Equipo Misiones Pastoral Aborigen (EMiPA).

AELAPI está conformada por diferentes organizaciones de Latinoamérica, entre ellas el CENAMI, de México y el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA), de Argentina, del que EMiPA es parte.

En este contexto, ENDEPA impulsa la formación de sus integrantes, como así también EMiPA, quienes participarán del diplomado que comienza en junio.

Ema Carolina Gnass, ex docente e integrante del Equipo Misiones de Pastoral Indígena (EMiPA), pronto comenzará a cursar la diplomatura en Teología y Misionología de carácter continental para profundizar más acerca de los Pueblos Indígenas y acompañar su transformación desde la formación y capacitación constante.

La historia de Ema

Ema Carolina dedicó su vida al trabajo en la Comunidad Peruti, ubicada en El Alcázar, Misiones, y aunque se jubiló recientemente, anhela continuar acompañando al Pueblo Mbya y por eso apunta a seguir formándose.

ArgentinaForestal.com accedió a una entrevista realizada por el equipo de comunicación de EMIPA, que busca dar a conocer sobre la vida y misión en Peruti, y cómo la ex docente prolonga la mirada hacia el futuro tras tener 32 años de experiencia en contacto con la comunidad indígena.

¿Cuándo comenzó tu trabajo en Peruti?

Trabajé en Peruti treinta y dos años, hace unos días me jubilé. Fui maestra de grado desde el principio, mi marido era director de la escuela, vivimos adentro de la Comunidad diez años.

Construimos toda una vida allí y después salimos porque mi hija comenzaba el secundario y se complicaba un poco… entonces nos trasladamos a El Alcázar, desde donde íbamos todos los días a trabajar a la comunidad.

¿Cómo fueron los primeros tiempos?

Hace treinta y dos años no había información adecuada ni suficiente, yo lo único que sabía de los Pueblos Indígenas era que hacían canastos y que andaban por ahí, había prejuicios en mi pueblo sobre ellos.

Vinimos y nos pusimos a trabajar tratando de descubrir lo que contenía esa realidad, pensábamos que era como una escuela común y después nos dimos cuenta que no era así.

Fuimos chocando contra las paredes, encontrando salidas.

En eso encontramos a EMiPA, empezamos a reunirnos y conversar sobre el trabajo en las Comunidades Mbya.

Mariví Puertas nos ayudó a encontrar caminos, siempre tuvo una mirada muy amplia.

 

¿Cómo fue este camino de aprendizaje?

Con EMiPA llegamos a ENDEPA, que fue el sostén de lo que somos hoy. El contacto con las Comunidades Indígenas te cambia, pero ENDEPA nos ayudó a abrir la mirada, nos dio el lente para ver, capacitándonos.

Teníamos diferentes coordinadores que apostaban a la formación, de diferentes maneras, con gente increíble, como Bartomeu Melià, que es fue una eminencia y agradezco mucho ese contacto que tuvimos con él.

Hoy tenemos otra forma de mirar al otro, entendemos la otredad y se lo debemos a esta formación y a estos cristales que nos fueron poniendo delante de los ojos para mirar al otro.

Comunidad Perutí, El Alcazar, Misiones. Foto: Movimiento Kaapuera.

 

Aprender a acompañar la transformación

¿Qué te motivó a hacer esta diplomatura?

Si bien me jubilé, no quiero ni pienso perder el contacto con la Comunidad Peruti, porque en definitiva es mi vida.

Llegué ahí con 23 años, ahí están mis amigos y eso me emociona. Ellos me formaron y así soy la mujer, la madre, la abuela que soy hoy.

La diplomatura llega en este momento, y por algo ha de ser. Me va a ayudar a seguir ahondando en mis conocimientos y también en las transiciones que hacen los Pueblos Indígenas.

Hace treinta y dos años atrás no eran como hoy, no tenían todo el bombardeo que tienen actualmente.

Están conquistando en el presente -producto de sus luchas-, muchas cosas por las que pelearon. Por ejemplo, todo lo que se está logrando con respecto a sus territorios produce modificaciones en las Comunidades, en su espiritualidad.

La invasión de las religiones es muy fuerte, muchas que no sabemos ni de dónde vienen y se instalan con sus pastores, eso va golpeando a las Comunidades y los que los acompañamos tenemos que estar al tanto, viendo, buscando caminos para seguir acompañando esas realidades.

 

¿Qué expectativas te genera la diplomatura?

Así como las Comunidades se modifican, se transforman los lugares físicos, personales, y espirituales, nosotros también tenemos que fortalecernos. Por eso decidí hacer esta diplomatura, por mí misma y para poder seguir acompañando al Pueblo Mbya.

Esas son las expectativas que tengo, buscar y encontrar juntos caminos para fortalecernos a pesar de todos estos embates, como la tecnología, las religiones y el consumismo.

 

¿Es la primera vez que estudias a distancia?

De este tipo de curso, a distancia y una diplomatura, sí, es la primera vez. Siempre hacíamos talleres, cursos del Estado pero que solían ser muy superficiales, por eso buscábamos más en ENDEPA ir a lo profundo en la cuestión indígena.

Estoy un poco asustada por el tema de la tecnología y todo lo que significa una diplomatura, más a esta edad, estando jubilada, pero es algo nuevo que me va a permitir seguir al día.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente Argentina Forestal