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Mitre al Federal A: crónica de un fuego eterno

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Mitre al Federal A: crónica de un fuego eterno

Santiago del Estero parece una ciudad blanca. El sol inunda hasta los recovecos más recónditos y se confunde con el gris del polvo, haciendo que todo refleje el calor con más fuerza. Entonces las temperaturas se potencian, cuando el termómetro marca 45 grados, la sensación térmica supera los 50. «Aquí la gente trabaja para pagar la electricidad que consumen los aires acondicionados» aporta con su testimonio una venezolana que hace siete años vive allí y trabaja en una plataforma de “taxis”. Su servicio fue fundamental para evitar caminar en la siesta santiagueña.

La Banda, por su parte, está separada de la capital por el río Dulce y la unen dos puentes cortos, casi mellizos (uno de ellos inmortalizado en la chacarera “Desde el puente carretero”), por lo que la escenografía es la misma. Un domingo de verano al mediodía las calles se vuelven braseros y el sol golpea en la nuca con la voracidad de una llamarada en combustión. Solo se observan pocas motos deambulando y algunas familias sentadas afuera de la casa preparando un asado en el patio, increíblemente más fresco que dentro del hogar.

A pocas cuadras del río se encuentran las instalaciones de Sarmiento de La Banda, uno de los equipos más antiguos de la provincia. Su estadio fue elegido para albergar una de las finales del torneo Regional Amateur 24’/25′. Y hacia allí tuvieron que viajar los cordobeses de Acción Juvenil de General Deheza y los misioneros de Mitre.

Para los posadeños era una oportunidad única. El club es uno de los más importantes de la provincia y el segundo misionero en debutar en Primera División (en el Nacional ‘72). Pero en los últimos veinte años quedó un poco relegado por las excelentes campañas de Crucero del Norte y Guaraní; de manera que al iniciar el certamen se habían propuesto lograr el ascenso al Federal A y volver a convertirse en protagonistas.

El equipo llegó a la definición de forma invicta. Obtuvo la región Litoral Norte con autoridad, apenas empatando tres partidos y ganando el resto; incluida una eliminación a la “Franja” (su clásico histórico) en los cuartos de final. Después de superar a los formoseños de 1° de Mayo con un global de 6-3 en la definición regional, se clasificó al partido único por el ascenso.

El equipo llegó a la definición de forma invicta. Obtuvo la región Litoral Norte con autoridad, apenas empatando tres partidos y ganando el resto; incluida una eliminación a la “Franja” (su clásico histórico) en los cuartos de final. Después de superar a los formoseños de 1° de Mayo con un global de 6-3 en la definición regional, se clasificó al partido único por el ascenso.

«Es difícil porque tan solo dependés de lo que se pueda hacer en 90 minutos. Un mínimo detalle, un error, te puede hacer perder todo« reflexionó un antiguo dirigente del club ni bien llegó al estadio. Y es cierto. Después de tan largo proceso, parece un poco injusto que los dos mejores de regiones diferentes tengan que batirse en un duelo mano a mano y solo uno suba de categoría. Pero así están escritas hoy en día las reglas del Consejo Federal y la final hay que jugarla. A todo o nada.

La llegada

El horario pautado era las 19.30 hs. para, supongamos, tener un clima más apacible… De todas formas la temperatura rondaba los cuarenta grados. Las puertas del estadio se abrieron dos horas antes. La de Sarmiento de La Banda no es una cancha grande, pero sí futbolera: una platea cómoda y con buena vista (destinada a la prensa), algunas cabinas de transmisión y dos tribunas habilitadas.

Una de ellas está ubicada a la izquierda de la platea, mirando de frente a la cancha; ese fue el sector destinado para las personas que viajaron a alentar a Mitre. Pronto el alambrado se fue llenando con «trapos» que expresaban procedencia y fidelidad: “Los pibes de Villa Hollywood”, “Chacra 59”, “San Alberto”, etc. Las camisetas azules y amarillas terminaban por darle el toque cromático.

A la vez, detrás de uno de los arcos (en el otro hay montado una suerte de escenario) se eleva la tribuna que se vistió de negro y amarillo. «Vienen cuatro colectivos con familias desde Deheza» habían comentado algunos hinchas cordobeses en la previa. Y allí se los veía, también con banderas, gorros, remeras y todo el cotillón.

Media hora antes empezó el duelo de hinchadas. De una punta a la otra se escuchaban canciones,  bombos y palmas. Y cada una explotó cuando sus respectivos jugadores salieron a hacer el reconocimiento del campo de juego. El ambiente de final ya estaba asegurado. Ni el intenso calor logró apagarlo.

Con un gol desde el vestuario

Se suele decir que en este tipo de finales cada mínimo detalle cuenta; que un error puede cambiar la historia del partido en un abrir y cerrar de ojos. Por eso es importante estar concentrados en todo momento.

Y el arranque del partido lo confirmó una vez más. Apenas empezó a correr el cronómetro, los relatores atinaron a agarrar sus biromes para anotar lo que fuera necesario y ya tuvieron que gritar «¡gol!».

Habían pasado solo 26 segundos cuando Ulises Silveira (una de las figuras del torneo) atoró en la salida a Nahuel Caler. El defensor no lo vio, no lo intuyó y se sorprendió. Silveira le robó la pelota y definió con astucia y rapidez rematando al palo derecho. 1-0 con un gol tan rápido como aliviador. Soñado, inmejorable. El primer guiño del destino.

Y pronto el panorama siguió mostrándose favorable. A los 3 minutos el «Chucky» Esquivel fue a disputar una pelota sobre la derecha contra Agustín Zanoni y el lateral decidió levantar la pierna de forma agresiva, innecesaria, golpeando el pecho del misionero. El árbitro no dudó ni un segundo y lo expulsó. Acción Juvenil se quedó con uno menos y faltaban, al menos, 87 minutos de partido. Todo cuesta arriba para los cordobeses.

La doble ventaja, en el marcador y numérica, le permitió a Mitre dosificar las tensiones un poco, sin desconcentrarse. Durante el siguiente tramo del partido el equipo dividió la pelota, tratando que cada contragolpe pudiera poner a Silveira y Julio Cáceres mano a mano con los centrales para que hicieran su juego de recepción y pase, que tantos resultados les dio a lo largo del torneo.

Recién sobre la media hora los posadeños pudieron tener un poco más la pelota y empezar a hacerla circular, con Rodrigo Cerdán recorriendo el medio con frescura, encontrando los espacios, y Melgarejo y Esquivel atacando por los costados.

Fue el propio Cerdán el que se encargó de arrancar otro alarido de las gargantas «auriazules» cuando el reloj señalaba el minuto 5 del segundo tiempo. Con la cancha de frente siempre tiene el mejor panorama para tomar decisiones; entonces recibió una pelota en la puerta del área, analizó cuál era su mejor opción y remató recto, bajo, junto al palo derecho del arquero. Fue tan sorpresivo su movimiento que hasta el propio balón rebotó en la parte interna de la red y salió, como desorientado. Hubo un silencio, una duda, hasta que Cerdán abrió los brazos y empezó a correr. Era el segundo gol y había que celebrarlo.

A esa altura el sueño parecía volverse realidad. Encima, pocos minutos antes había llegado otra expulsión en Acción Juvenil. En un contragolpe, Valentín Laspina evitó con falta una jugada que potencialmente podía terminar en un mano a mano de Gonzalo Melgarejo con el arquero. Mauricio Martin, el referí tucumano, le mostró la roja directa (pese a que ya estaba amonestado). Después de esa acción y del gol de Cerdán, los rostros en la tribuna cordobesa empezaron a denotar la impotencia de la esperanza que se va.

Solo queda festejar

Para ese entonces, en las gradas que ocupaban las personas de Misiones la tensión se arropó de euforia. Se observaban sonrisas, abrazos, algunas lágrimas empezaron a acumularse en rostros emocionados. Y comenzaron a escucharse los hits de las celebraciones, esos que no se cantan antes para no «mufar». Uno de ellos es casi un himno: «Sí sí señores, yo soy de Mitre, sí sí señores, de corazón, porque este año desde Rocamora, desde Rocamora, salió el nuevo campeón«. Y en seguida los aplausos, las «selfies» y todo lo que pudiera servir para atesorar ese momento histórico.

El partido se volvió una linda anécdota. Cáceres marcó el tercero a los 26’ y recibió todo el aliento de «¡vamos Julio!» desde el banco y la tribuna. Mitre manejó los tiempos y la ansiedad. «Pico» Salinas movió el banco y eso también tuvo su premio. A pocos minutos del final, el ingresado «Thomy» Silvero se escapó por la derecha y metió el centro para que otro recién entrado, Esteban Klyniauk, definiera solo. 4-0 con autoridad, contundencia y decisión. Mitre jugó la final como un equipo de otra categoría.

Y entonces vino lo mejor. El pitazo final, las corridas, los abrazos. Las lágrimas de Ulises, ese goleador talentoso y luchador. La emoción de Mazacote y Richard Rodríguez, recios en la zaga pero sensibles al descubrirse campeones. La felicidad estampada en Esquivel, Morales, Bachke. Y en todos los demás. Los abrazos de Salinas y su cuerpo técnico, resultado de un trabajo serio y profesional.

En el medio, alguna que otra charla con la prensa. “Vine para esto y no lo puedo creer. Esto es muy meritorio y fuimos los mejores” fueron las palabras orgullosas de Cáceres. “Creo que es el momento más feliz de mi vida, sin dudas” expresó muy emocionado Klyniauk.

Y el entrenador cerró: “Me pone muy contento que Mitre me haya dado la oportunidad de trabajar con el club y su proyecto. Ojalá que siga manteniendo esto porque logró algo muy lindo para el fútbol de Posadas, para la gente de Misiones y, más importante, para los jugadores”.

Después, cuando el sol se apagó y el calor aflojó un poco, cuando ya quedaban pocas personas en el estadio, ellos siguieron cantando y saltando. Se tiraron agua, se sacaron fotos, hicieron videollamadas con sus familiares. Y se vistieron con la camiseta que más añoraban usar, esa que reza «Somos del Federal A«.

Síntesis:

Mitre 4: G. Bachke; K. Lukoski, E. Mazacote, R. Rodríguez, C. Ramírez; I. Esquivel, L. Morales, G. Melgarejo; R. Cerdán; U. Silveira, J. C. Cáceres. DT: Miguel Salinas. Entraron: K. Sarza, T. Silvero, E. Bruno, E. Klyniauk y M. Gómez.

Acción Juvenil 0: T. Palleres; V. Laspina, N. Caler, J. Romero, A. Zanoni; F. Mucignat, G. Martínez, T. Correa; G. Bufarini; N. Delsole, J. Ferreira. DT: Maximiliano Ractorect. Entraron: F. Dho, G. Rigo, S. Domínguez, M. Toffolo y L. Celiz.

Goles: PT: 26″ Silveira / ST: 5′ Cerdán, 26′ Cáceres, 42′ Klyniauk

Expulsados: PT 3′ Zanoni / ST: 2′ Laspina

Árbitro: Mauricio Martin (Tucumán)

Líneas: José Daniel Ponce (Tucumán), Leila Argañaraz (Tucumán) / : Agustín Marto (Tucumán)

Partido disputado el domingo 09/02/25 en el estadio de Sarmiento de La Banda