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La obesidad infantil “es una enfermedad que tiene aristas sociales”, afirmó la nutricionista María Cecilia Marín

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La obesidad infantil “es una enfermedad que tiene aristas sociales”, afirmó la nutricionista María Cecilia Marín

La obesidad infantil se podría definir, junto con la obesidad en general, como una “pandemia silenciosa” a la que no muchas veces se le presta la debida atención. La nutricionista María Cecilia Marín sostuvo que sus orígenes son varios, y las formas de tratarla también. Lo que tienen en común: necesitan compromiso.

Marín observó que la obesidad es una enfermedad, a pesar de haber sido considerada un trastorno (similar a otras condiciones como la bulimia o la anorexia) durante el pasado. “La enfermedad de la obesidad está bien descripta. Es un proceso inflamatorio que se da por el crecimiento exagerado de las células grasas”, explicó.

El crecimiento y reproducción anormal de este tipo de células provoca una reacción del sistema inmune, que comienza a luchar contra el fenómeno al considerarlo algo “extraño”. “Parece un chiste decir que una persona obesa está inflamada, pero en realidad ese es el proceso patológico descripto en la enfermedad”, sostuvo Marín.

La nutricionista indicó que la obesidad es un problema multifactorial que puede aparecer tanto en adultos como niños. Al ser multifactorial, las razones para su aparición pueden variar entre razones como la genética y el ambiente, aunque casi siempre respondiendo a una combinación variada. Marín explicó, sin embargo, que la genética es uno de los factores menos comunes. “No existe el famoso ‘es de huesos grandes’”, manifestó.

En el caso de familias con tanto niños como padres obesos, Marín afirmó que esto “no quiere decir que sea hereditario o genético—la obesidad de índole genética es mínima en el mundo, es del 0,3%”. En vez de esto, el causante resulta ser, muchas veces, el propio ambiente (o contexto) en el que los niños crecen.

Por lo tanto, la obesidad y su permanencia no se deben solo a la reticencia a hacer actividades físicas, o de comer bien, o a la presencia de antecedentes en el árbol genealógico. La nutricionista la definió, más bien, como un “combo”. “Es una enfermedad que tiene aristas sociales, culturales, económicas, psicológicas, y por supuesto fisiológicas”, afirmó.

Como tal, requiere de un abordaje multidisciplinar que no se soluciona con solo una decisión, como la restricción arbitraria de alimentos. “Lo que buscamos es que, a través de la educación alimentaria, el paciente pueda cambiar sus hábitos y tenga un mejor estilo de vida”, aclaró Marín.

El avance de la tecnología, que trajo consigo el aumento en popularidad de los videojuegos y, con ello, el crecimiento de actividades que no requieren casi ejercicio físico, supone un nuevo panorama a analizar y tener en cuenta a la hora de tratar la obesidad. La reclusión provocada por la cuarentena por el COVID-19 añade una capa más de complejidad a una ecuación ya difícil de descifrar. “Pero no tenemos que dejar de lado que la obesidad es una pandemia también. Las últimas encuestas anteriores a la cuarentena hablaban ya de un porcentaje muy elevado”, explicó Marín.

Se estima que un 14% de niños entre 0 y 5 años sufren de sobrepeso. “Son números muy altos que se exacerbaron post-pandemia”, observó la nutricionista, que se mostró preocupada por las estadísticas. Una de las soluciones más sencillas de implementar es crear una especie de ritual a la hora de comer, para evitar que la comida sea ingerida de forma indiscriminada. “Lo que siempre se recomienda es que el momento de comer sea un momento de compartir y disfrutar entre familia”, sostuvo Marín.

Comer frente a un dispositivo, en comparación, hace mucho más difícil que la persona se de cuenta de lo que está consumiendo. “La gran causa del sobrepeso es un desbalance energético entre lo que se consume y lo que se gasta—se está consumiendo mucho más de lo que se gasta”, expresó.

Una forma de compensar esto es aumentando el nivel de alimentos con alto nivel energético en la dieta del afectado, algo ayudado por la recientemente aprobada Ley de Etiquetado Frontal, que asiste en que los consumidores sepan más fácilmente los contenidos de un alimento dado para saber descartar aquellos que contienen elementos potencialmente perjudiciales, como azúcar o edulcorante.

“Los alimentos ultraprocesados, que son moneda corriente, son justamente alimentos de muy mala calidad, ricos en grasas y azúcares. Es lo primero que tratamos de reemplazar por otras preparaciones, como galletitas, budines, o alfajores caseros, con ingredientes mejor seleccionados”, explicó la especialista.

Este cambio en la dieta, asistido por profesionales, puede llegar a ocasionar cambios notables en la salud de los niños afectados por la obesidad, mayormente en las medidas antropométricas de peso y cintura.

La nutricionista insistió en que ser obeso no es ser lo mismo a “ser dejado”. “Una persona necesita ayuda sí o sí en su tratamiento, porque es muy difícil el cambio de estilo de vida. Una persona obesa no es una persona que no se quiere, sino una persona que sufre y que no está pudiendo salir adelante”, sostuvo.

Esto hace que, en el caso de la obesidad infantil, el trabajo con los padres sea continuo, pues resulta mucho más difícil que un niño cambie sus hábitos si es expuesto a figuras de autoridad que no lo apoyan—tanto directa como indirectamente—en su cometido. “Tratamos de hacer educación alimentaria con toda la familia, con apoyo en el pediatra y en la psicología. Esto tiene muchas aristas”, manifestó la nutricionista.

Marín observó que los niños que sufren de obesidad tienen una expectativa de vida menor a la media, causada mayormente por su condición. “Al niño con sobrepeso se les despiertan enfermedades crónicas, como diabetes o presión arterial alta. No pueden hacer actividades físicas porque se agitan mucho, les cuesta dormir, roncan, y se agitan. Es muchísimo lo que pasa”, observó.

La especialista concluyó aclarando que comer no es “sinónimo de hacer algo mal”. “Necesitamos comer—la comida nos reúne, y la necesitamos. Pero tenemos que reaprender a comer adecuadamente, a pelar más frutas y verduras que abrir paquetes. Tenemos que volver a la comida real, a las legumbres, las carnes, huevos, y verduras, y tratar de enseñar eso”, explicó.

Actualmente, hay más de 500 nutricionistas licenciados en Misiones. “Estamos para ayudar. Hay que sacarse el chip de la cabeza de que el nutricionista sólo es para bajar de peso: nosotros estamos para ayudar a comer adecuadamente y ayudar a hacer mejores elecciones en lo que respecta al estilo de vida. Hay que moverse, gastar energía, y salir de esta pandemia de sobrepeso”, terminó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente MOL